Este año he
tenido la suerte de poder disfrutar una jornada completa fotografiando grullas (Grus grus);
en compañía de un buen amigo, nos desplazamos hasta Gallocanta (Aragón), donde
se da la mayor concentración de estas aves en España donde vienen desde el
centro y norte de Europa a pasar el invierno, para disfrutar de estas enormes
aves que se desplazan en grupo emitiendo su estridente "kru-kru-kru"
Con la
salida del sol comienzan a verse las características formaciones en vuelo de
las grullas con su pesado batir de alas que se dirigen a sus zonas de campeo
para buscar su variado alimento, desde
semillas de cereal, maíz, raíces a insectos, gusanos, batracios,
pequeños reptiles. Su hábitat son campos de cultivo y dehesas.
Poco a poco
van acudiendo al lugar donde nos encontramos, la mayor parte del tiempo lo
dedicaran a comer y a cuidarse el plumaje, los amagos de peleas entre ellas son
constantes nos tienen distraídos un buen rato, lanzan su cuello con el pico
abierto hacia su contrincante mientras que la agredida levanta el vuelo unos
metros en vertical para evitar a su rival; en otras ocasiones, y sobre todo en
las horas centrales del día permanecen mucho tiempo quietas, sin apenas moverse,
pero la mayor parte del tiempo el ir y venir de las grullas es continuo, lo que
hace que las horas vayan pasando sin apenas darnos cuenta.
Estarán
entre nosotros desde el mes de octubre hasta marzo cuando comienzan el viaje de
regreso a sus lugares de nidificación. Dentro de la Península, las mayores
concentraciones se dan en las dehesas extremeñas y en el ya citado Gallocanta,
en este último lugar según el guarda que nos llevó al aguardo, están pasando el
invierno unos 50.000 ejemplares.
Las grullas
adultas tienen un plumaje gris ceniza, la cabeza y el cuello de color gris
oscuro con una banda blanca alargada a los lados de una mancha roja en la
cabeza y un penacho de plumas en la cola más visible cuando están posadas. Los
jóvenes tienen un plumaje más apagado sin los negros y grises tan intensos,
también carecen de la mancha roja de la cabeza.
La puesta la
realizan en el mes de abril, dos huevos que ponen en el suelo en zonas
pantanosas, los incuban los dos padres durante unos 30 días, momento en que
saldrán dos pollos nidífugos que volarán unos 70 días después.
Al finalizar
el día las grullas vuelven nuevamente en formación a sus dormideros y nosotros
recogemos los bártulos y también nos disponemos a dirigirnos a nuestros
dormideros, ha sido una larga y fría jornada, regresamos cansados pero con las
tarjetas llenas y el placer de haber podido disfrutar de uno de los espectáculos
que la naturaleza nos ofrece, rodeados de estas aves.