La
barca...la barca...
con
sólo decir... la barca...
huele
a marisma la boca
y
sabe a sal la palabra.
Así...La
barca...la barca...
con
sólo decir... la barca...
¿Qué
cuánto quiero por ella?
Venga
conmigo a la playa.
Por
una quilla de oro
y
dos remos de esmeralda
le
vendo... el aire que lleva dentro
por
una rosa de nácar...
la
arena donde se acuesta,
y
por un timón de plata...
ese
mar en duermevela
en
el fondo de la barca
donde
estrellas marineras
reman
de noche a sus anchas.
Aire,
arenas y agua
¡todo
le vendo!... menos la barca.
Aquí
la tiene: bonita,
como
una mujer casada;
por
la quilla, sueño verde;
por
la vela, nieve blanca.
Cuando
está en la playa
pienso
si soñará con el agua;
cuando
está en el agua
digo
si soñará con la playa.
La
trato como una mujer
y
así está ella;
le
saltan la presunción y el orgullo
cuando
duerme y cuando anda.
Con
decirle, que le viene pequeña
¡toda
la playa!
Que
en esto de los amores
mujer
y barca se pasan
de
orgullosas, por queridas;
de
presumidas, por guapas.
Y
cuando se lanza al mar
además
de guapa, brava.
Mete
el pecho, hunde el casco;
se
enjoya de espuma blanca,
cruje
el agua en las amuras,
ella,
altiva, la rechaza,
y
cuando se deja atrás
la
nieve, el oro y el nácar,
se
esponja, se espuma,
se
contonea y se acicala,
como
hembra que se sabe fina,
bonita
y andas.
Una
reina no sería tan reina
como mi barca!
Y
si viera cuando corre¡
Caballo
con la crin blanca
que
va levantando polvo
de
espuma sobre esmeralda.
¿Qué
cuánto quiero por ella?
¡Mi
barca no es solo barca!
Cuña,
mástil, timón, remo,
quilla
verde y vela blanca.
Mi
barca es la sal del mar
que
se hizo piropo y gracia,
con
un nombre: soledad
sobre
este nombre: mi barca.
La
barca...la barca...
con
sólo decir... la barca...
huele
a marisma la boca
y
sabe a sal la palabra.
Así...La
barca...la barca...
con
sólo decir... mi barca...
¿Qué
cuánto quiero por ella?
¡Mi barca no
es sólo barca!
MANUEL BENITEZ CARRASCO
Aún en medio
de esta cruel tormenta
mi frágil
barca en el mar no se hunde,
pues
mi coraje al temporal enfrenta,
y no hace
caso a lo que el miedo infunde.
Inclusive
ante cualquier anomalía,
no doy
cabida al peligro que cunde.
Y al acabar
la noche, un nuevo día
me aclarará
el camino, que hoy confunde.
Enfrentando
seguiré, la tempestad,
con el
honor e hidalguía de un monarca,
resistiendo
cualesquier dificultad.
Y
cuando venga por mi espíritu la parca,
me alegraré,
con huella de humildad,
de haber
llegado al fin del viaje con mi barca.
RUBEN SADA
Por motivos de tiempo, a partir de esta entrada las publicaciones en el blog las haré cada quince días, a un ritmo aproximado de dos por mes, espero seguir contando con vuestras visitas y comentarios.