miércoles, 26 de junio de 2013

...Y TODO POR UNA FOTO...

4:40 de la madrugada de un sábado cualquiera del mes de junio, suena el despertador, a pesar de la hora me levanto rápido, esta vez sí que sí, llevo tiempo preparando todo, con los permisos pertinentes, localizando un sitio apropiado, preparando la zona donde montar el “tinglado” el hide (escondite), posaderos, aportando comida durante varios días, hasta me imagino la foto que quiero, la tengo en la mente, el objetivo fotografiar principalmente al alimoche pero también, y si se tercia, al ratonero o al milano negro, quizá al zorro,….todas ellas especies esquivas, son muchos los años de persecución por parte del hombre lo que les vuelve aun más
desconfiadas de lo que ya son.


El caso es que con la moral alta recorro los 130km que separan mi casa del punto elegido, una espectacular zona castellana que me recibe con las primeras luces del día y un fresquito que con el transcurso del día se convertirá en un calor sofocante.

Me cargo todo a las espaldas, mochila con el equipo, el hide, silla, redes de ocultación, las  carcasas de pollo para el cebo…., me faltan manos y espaldas; calculo que más o menos unos 15 kilos que tengo que acarrear por la lastra, más de un kilómetro me separa desde donde dejo el coche hasta el punto elegido para montar el escondite, en el trayecto el perfil de un búho real se dibuja con las luces del amanecer, según me acerco a su posadero se mueve más inquieto, a tan solo unos pasos de él levanta el vuelo, su cuerpo robusto se aleja casi a ras del suelo y sin emitir el más mínimo ruido; unos cientos de metros más arriba, ya casi llegando a mi destino, mi presencia altera a tres corzos que abandonan a la carrera el lugar donde tranquilamente pacían, se paran, me observan por unos instantes y vuelven a brincar entre las aulagas en busca de un espacio más tranquilo, lejos de la siempre incómoda presencia humana.

Llego al lugar, los posaderos que coloqué en su día siguen en su sitio, no quedan restos de carne de la última ceba, buena señal, se han comido todo y se pueden apreciar excrementos en los posaderos, no me entretengo, cada vez hay más luz, rápidamente dispongo todo, monto el hide, el trípode con la cámara y el objetivo,  lo camuflo todo lo mejor que puedo, esparzo el pollo al pie del posadero, no son aun las 7:00 cuando ya estoy sentado y con una buena dosis de esperanza me dispongo a pasar unas cuantas horas en poco más de un metro cuadrado a la espera de la llegada, la luz todavía no es buena, configuro los parámetros de la cámara y me pongo a desayunar un poco, se agradece el café a estas horas.

Da gusto poder disfrutar del campo en pleno silencio roto tan sólo por el cantar de la perdiz o el más lejano y melancólico “bub, bub, bub” de la abubilla, las grajillas también se dejan sentir con su típico piar más agudo y escandaloso; la vista que tengo no es muy amplia, tan sólo puedo ver desde el ventanuco del escondite o a través del visor de la cámara que le tengo enfocado hacia uno de los posaderos, el que intuyo sería el primero en ser tomado por la tan  deseada visita, el suelo está tapizado de florecillas de todo tipo, rojas, amarillas, blancas, moradas…, la hierba está muy crecida como consecuencia de la primavera lluviosa que hemos tenido.

Con la salida del sol se inunda todo de una suave luz, pienso que si se posaran ahora….la foto sería la deseada, el ave entre la hierba, con las flores al fondo desenfocadas, dándole un toque de color….pero el momento es efímero, todo lo contrario a mis deseos, lo que si llega con los primeros rayos del sol es una frenética actividad de insectos, hasta el momento estaba todo dormido, con el calorcillo parecen despertar, el silencio es roto por un sinfín de zumbidos de vuelos de, alguno se me cuela dentro, orugas, moscas, mariposas, arañas, avispillas….paso el tiempo viendo como una curruca se da un atracón con todos ellos entre arbusto y arbusto, la tengo a pocos centímetros de mí, puedo observar su nerviosismo y como va de rama en rama picoteando todo pequeño bicho que se cruza en su camino…

Cada cierto tiempo me asomo por las ventanas del hide tratando de vislumbrar el vuelo de alguna rapaz pero el cielo se ve limpio, demasiado limpio, sin las típicas siluetas el vuelo de las rapaces, entre sorbo de café y lectura van pasando las horas sin recibir ninguna de las visitas que tanto deseo, los ánimos comienzan a enfriarse, es el momento que comienzas a plantearte si merece la pena este esfuerzo cuando un fuerte graznido me saca de mis desesperanza, con cuidado me asomo y veo un gran cuervo cerca de mi posición, su  profundo «grrac-grrac-grrac» inunda todo, sé que es una ave extremadamente desconfiada y que a su vez sirve de llamada a  otras aves, apenas me muevo para no asustar a mi negro visitante, lo que más me llama la atención es su robusto pico y su tamaño, entre graznido y graznido se toma su tiempo hasta acercarse al primer posadero, le dejo que se confíe un poco y le saco una primera foto, con el “click” de la cámara el cuervo se pone en alerta, tras unos segundos vuelve con su fuerte graznido para salir volando instantes después, primer fallo, me podía a ver quedado quietecito …esas ansias por tener una foto….

Me veo nuevamente sólo con la compañía de mis amigos los insectos, especialmente las típulas, esa especie de mosquitos gigantes que por suerte son totalmente inofensivos pero que intimidan un poco dado su tamaño, a los pocos minutos nuevamente oigo los graznidos del cuervo y nuevamente se me posa al lado, se repite la historia, el ave está inquieta, desconfiada,  esta vez decido no hacer  foto no me muevo dentro del hide, confío en que se acerque al pollo y comience a comer pero no hay suerte, sin motivo aparente vuelve a levantar el vuelo alejándose con su poderoso graznido para no dejarse ver más, con la tontería ya han pasado unas cuantas horas, son las 11:30, la luz ya es muy fuerte y mis ánimos y mi moral por los suelos, decido aguantar media hora más aun sabiendo que “está todo el pescado vendido”, voy recogiendo desde dentro las cosas para salir un poco antes de las 12 de la mañana, tras cinco horas sentado puedo estirar las piernas, un pequeño paseo para disfrutar del lugar y de la primavera en tierras de la vieja Castilla, eso sí bajo un sol de justicia que nos va anunciando la llegada del verano, toca recoger todo y emprender el regreso a casa con un sentimiento de fracaso considerable.

En el viaje de vuelta dos cuestiones me asaltan, la primera si merece la pena tanto sacrificio para nada, bien es cierto que para el que le gusta tiene su encanto, el preparar todo, el disfrutar del campo, la “tensión” por si aparece el ave, en definitiva la ilusión de conseguir algo; y eso sin tener en cuenta la coña de familiares y amigos que te miran algo raro cuando les cuentas (a saber lo que piensan y no te dicen…) pero llego a la conclusión que sí ha merecido la pena, la tarjeta viene vacía de fotos pero he disfrutado pasando un buen rato en plena naturaleza en un paraje en el que me encanta;  la segunda cuestión y más preocupante, ¿cómo puede ser posible que tras muchas horas en la zona, no sólo el día en cuestión, también las  múltiples visitas para ir a cebar y preparar todo, apenas haya visto rapaces tratándose de una zona donde hace unos años, no tantos, en cada recoveco o en cada copa de un árbol había un nido?
Milanos, ratoneros, cernícalos, calzadas, culebreras, cenizos, alcotanes, la gran real….no era nada raro ver su elegante vuelo mientras oteaban estos parajes desde las alturas, hoy, por desgracia, cada vez se hace más difícil y extraño contemplar esas escenas.

Esta vez, y por motivos obvios no hay foto…, ya me hubiese gustado!!!!, pero habrá que seguir intentándolo, de todas formas esta historia no es excepcional, es lo más común cuando de fotografiar fauna se trata, las magníficas imágenes que se pueden ver en las múltiples galerías de internet llevan un grandísimo trabajo, tiempo y dedicación, para ellos toda mi admiración….y mi sana envidia….

Y perdón por la parrafada, pero con alguien me tenía que desahogar...

3 comentarios:

  1. Cuanto siento que no consiguieras la foto deseada, se que lo conseguirás y si te soy sincero, una foto me hubiera gustado mucho. Lo que si que has logrado ha sido formar en mi mente una imagen que bien vale este relato; leyendo estas líneas por un instante he podido oler ese campo al amanecer y oír la naturaleza en su pleno esplendor.
    Muchas gracias Javier.

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  2. Buen relato Javier. Según lo iba leyendo me sentía totalmente dentro de la situación que viviste y de los pasos que diste para tener todo a punto. Tambien imagino como es la espera... como van pasando los minutos y no aparece ave alguna.... y todas las ideas que te pasan por la cabeza en ese largo rato....
    En algún momento encontrarás la recompensa.

    Saludos.

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  3. Pues aunque esta vez no ha habido foto con el relato ha sido suficiente. Nos has hecho, con tu descripción, una buena fotografía de varias horas de exposición. Otra vez será, ya sabes lo que dice el refrán: el que la sigue...
    Saludos.

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